Alternativa al diésel
¿Puede el Gas Natural Licuado (GNL) ser una alternativa al diésel en el transporte por carretera? La Unión Europea cree que es más que factible y por ello en el programa Red Transeuropea de Transporte (RTE-T) se contempla la potenciación del GNL como combustible alternativo. En dicho programa se financia un proyecto dotado con 22 millones de euros que tiene como principal objetivo sufragar la instalación de estaciones de servicio de GNL en las principales rutas de transporte para que las empresas del sector puedan decidir si optan por el gas para alimentar a sus cabezas tractoras.
Las empresas de transporte punteras que ya trabajan con el GNL tienen en la actualidad en la falta de puntos de abastecimiento su principal problema a la hora de lograr cerrar rutas europeas en las que puedan operar camiones con gas como combustible.
Las ventajas de utilizar GNL en lugar del diésel son en primer lugar económicas (un 40% más barato que el diésel) y en segundo lugar medioambientales. Para las empresas de transporte evidentemente la opción de reducir sus gastos de explotación y aumentar sus márgenes es una opción más que atractiva. Y la necesidad de reducir los gases de efecto invernadero y de cumplir los compromisos internacionales asumidos por Europa y sus países miembros hace que no falten fondos públicos para hacer la transición del diésel al gas licuado.
En resumen, el gas natural licuado:
- Se procesa para ser transportado de forma líquida.
- Es inodoro, incoloro y no tóxico.
- Su uso tiene un menor impacto ambiental por la alta relación hidrógeno-carbono en su composición.
- Los derrames de GNL se disipan en el aire sin contaminar el suelo ni el agua.
- Como combustible vehicular reduce las emisiones de óxidos de nitrógeno en un 70 por ciento además de no producir compuestos de azufre ni partículas.