La siesta es muy necesaria para la mente. Frente a las críticas y los prejuicios sobre la siesta de las culturas anglosajonas, ahora empieza a contemplarse como una pausa necesaria y saludable.
Todos recordamos como nos obligaban a dormir la siesta de pequeños, incluso en las aulas de las guarderías. ¿Qué pasa después, por qué no nos dejan dormir la siesta en el resto de cursos o en el trabajo? Esa pregunta se la están haciendo muchos científicos internacionales, que estudian los beneficios que la siesta produce para vencer el desgaste de energía de las tardes.
La ciencia de la siesta
Los científicos entienden como reponedora una siesta de 20 minutos, no más. Si es de mayor duración, caemos en el sueño profundo, es difícil despertarse y el efecto puede ser contraproducente.
Hay que entender, que para que la siesta haga su verdadero efecto, la noche anterior debemos dormir las horas adecuadas. Por debajo de 7 horas, necesitaríamos una siesta mayor, de casi hora y media. En el caso de dormir en tramos, despertándonos en varias ocasiones, no es aconsejable dormir por la tarde.
Para que sea efectiva la siesta, hay que aislarse, eliminar todos los ruidos y ráfagas de luz, silenciar el móvil y programar la alarma para 20 minutos
La siesta en el trabajo está de moda
En muchas compañías empieza a implantarse la cultura de la siesta. Cuando se dispone de despacho propio es fácil, pero para que pueda ser una opción general se habilitan salas específicas o sencillamente se recurre a las de reunión que estén disponibles.
Todo empezó en Japón, donde muchas compañías descubrieron que tras el sueño reponedor, sus empleados recargaban las pilas y obtenían mayor rendimiento laboral. Desde el Ministerio de Salud del país se ha lanzado el mensaje de la necesidad de dormir una siesta de alrededor de media hora para mejorar la productividad gracias al mayor descanso de los trabajadores.
En algunas empresas, incluso se permite dormir en el propio escritorio durante 20 minutos si no se dispone de un lugar específico. Y tras el auge de esta práctica han aparecido en Japón negocios que giran ya en torno a esta tendencia, como salas de siesta que abren sus puertas en los polígonos empresariales cobrando por franjas de 10 en 10 minutos de descanso.