El transporte colectivo privado es más adecuado que el público para los intereses de la empresa por muchos motivos. Repasamos los más importantes.
Es cierto que la red de transporte colectivo público es cada vez mejor y en algunas ciudades como Madrid, excelente. Sin embargo, los polígonos y parques empresariales no tienen en ocasiones la frecuencia necesaria para que los trabajadores decidan dejar el coche en casa. A ello se suma una creciente dispersión urbana, que hace que cada vez haya que recorrer más kilómetros para llegar al trabajo o realizar incómodos y eternos transbordos.
Con el transporte de empresa se garantiza la puntualidad de los operarios y se evitan riesgos como los retrasos por huelgas o problemas de saturación de la red de transporte de la ciudad en hora punta.
La gran ventaja del transporte colectivo privado es su flexibilidad. La compañía puede diseñar la ruta, el horario…
No es necesario realizar rutas muy largas y recorrer media ciudad hasta llegar al centro de trabajo. Existe la opción de contratar varios microbuses en lugar de grandes autocares, de modo que se puedan optimizar los recorridos dividiendo a los trabajadores por corredores separados para que se acorte la distancia y resulte muy atractivo coger el autobús de empresa.
Otra opción es la lanzadera desde puntos estratégicos como intercambiadores o estaciones de tren y autobús. Y una tercera posibilidad sería la combinación de a la miniruta de empresa y lanzaderas.
Una gran ventaja es también la posibilidad de compartir la ruta con otras compañías dentro del mismo parque empresarial, con el ahorro de coste que esto supone. Gracias a esta solución, no es necesario tener una gran plantilla para poder ofrecer una ruta de empresa rentable.
Esa flexibilidad de la línea de empresa permite además liberar los turnos de trabajo de la imposición de los horarios del transporte público, que en muchos casos deja de prestar servicio antes o después de cierta hora.
Si nos centramos en los efectos humanos del transporte colectivo, si bien es menos estresante que la conducción del vehículo propio, también es cierto que las horas pico del día conllevan un cansancio físico por la alta densidad de viajeros en autobuses y trenes. No ocurre esto en el caso de las rutas de empresas, donde todo el mundo tiene su plaza de asiento asegurada y puede tener la primera charla matutina con sus compañeros o incluso empezar a calentar motores con temas de trabajo.