Las nuevas corrientes educativas afirman que el modelo actual de formación ha caducado y que para que los niños estén bien preparados en un mundo muy diferente, su educación también debe serlo.
La editorial SM ha realizado una encuesta a 2.900 profesores españoles de educación Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato. El resultado indica que el 87% de los docentes cree que el sistema educativo en vigor no forma bien a los alumnos para afrontar lo que el futuro les exigirá cuando dejen las aulas.
En un mundo cada vez más tecnológico y especializado, cobra importancia la diferenciación del individuo según sus habilidades.
En la Cumbre Mundial para la Innovación en Educación de 2015 (WISE) comenzó a hablarse de los importantes cambios que veremos en el sistema educativo de cara a 2030. Si hasta ahora el eje de la formación ha sido el profesor y la transmisión de su conocimiento, ahora sería cada alumno y sus habilidades individuales, potenciar estas para sacarle el máximo beneficio a su educación.
Sobre esta cuestión habla el psicólogo, investigador y creador del proyecto escuela21.org, Alfredo Hernando, que analiza las que a su juicio son las 50 escuelas más innovadoras en su libro “Viaje a la escuela del siglo XXI”.
Esos centros que apuestan por enseñanzas más novedosas se basan en muchas ocasiones en la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner (Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2011). Esta teoría afirma que la inteligencia no se limita a lo académico y divide en 8 tipos las inteligencia humana: lingüística, lógico-matemática, musical, espacial, corporal-cinestésica, naturalista, interpersonal e intrapersonal.
De este modo, encontramos una educación en la que incluso las propias infraestructuras de la escuela son alternativas: desaparecen las aulas y se recurre a espacios amplios y luminosos donde se crean zonas de comunicación e incluso incorpora mobiliario relajante para los niños y jóvenes, que les ayuden a aprender de la misma manera que asimilan la información de todo aquello que les interesa, sin sentirse observados o atados a una silla.
Se trata de trabajar en equipo y en proyectos determinados, aplicando conocimientos que se adquieren para ello y aportando al grupo las capacidades individuales para lograr que el trabajo sea un éxito. No hay deberes, no hay exámenes y a veces, tampoco libros, ya que la tecnología e internet han ganado la batalla al papel. El formato digital no sólo no resulta hostil a los chicos sino que es en el que mejor se desenvuelven.