Muchas veces damos por hecho que a los niños hay que incentivarles para que les guste la lectura sin darnos cuenta de que en realidad no les disgusta, sino que en muchos casos no tienen contacto con ella hasta su llegada al colegio.
Los adultos deben dar a conocer los libros a los más pequeños en un marco de ocio y naturalidad. Cuando los niños perciben la lectura como juego, diversión o aventura, no sienten ningún rechazo. ¡Al contrario!
Si el primer contacto con las historias leídas tiene que ver con las obligaciones y el estudio, convertiremos al niño en un no lector, cuando de partida era un lector potencial.
Sus primeros libros deben ser manejables, divertidos, de materiales atractivos como el resto de sus juguetes. Hasta que aprenda a leer es ideal que sea el propio libro el que interactúe con él, mediante sonidos, color, texturas…
Incluir un libro entre los regalos de cumpleaños o de Navidad, también es una buena opción para que perciban que leer es un premio.
Pero la actitud de los adultos es vital. Debemos mostrarnos interesados en su libro, preguntarle si les gusta, la historia que le cuenta, hacerle sentir que es algo que nos atrae.
Igual de importante es leerles cuentos en voz alta para que les pique el gusanillo de la curiosidad y quieran aprender a leer y así poder entrar ellos mismos en las aventuras de los libros.
Y como siempre, lo principal es el ejemplo. Los niños imitan a los adultos, si sus padres no leen y su entorno no es afín a la lectura, difícilmente interpretarán que los libros son divertidos.