Camino de Santiago: un viaje espiritual

junio 27 2016

Hacer el Camino de Santiago es una de las experiencias más inolvidables para todos los que se atreven a recorrerlo. Aunque es duro a ratos, es posible adaptarlo con etapas cortas que sean aptas para todos los peregrinos.

La temporada primavera-verano es la más adecuada para realizar cualquiera de los múltiples Caminos que llegan a Santiago de Compostela.  El más conocido es el Francés, que discurre entre el Pirineo y Santiago atravesando Navarra, La Rioja y Castilla y León para entrar en Galicia. Como afluentes a un río se le suman los caminos menores del País Vasco, Catalán, el de Madrid y el segundo gran eje, la Ruta de la Plata, que recoge los Caminos de Andalucía y Extremadura y parte de Castilla y León hasta llegar a Astorga, donde se cruzan.

Con el tercer Camino principal, el del Norte, que se dibuja por toda la Cornisa Cantábrica desde Irún, se unen en el pueblo gallego de Arzúa a unos 40 Km de la Catedral de Santiago de Compostela. Casos especiales son el Camino Inglés y el de Portugal, que desembocan directamente en Santiago sin coincidir con ningún otro. Una vez en Santiago, algunos peregrinos deciden seguir hasta Finisterre tomando lo que se conoce como la prolongación del Camino Francés hasta lo que antaño era el fin del mundo conocido.

Lógicamente, no es necesario realizar el Camino completo. Se puede llegar hasta la etapa desde donde queremos partir en coche o transporte público para comenzar a andar desde el lugar elegido. Sin embargo, no debemos realizar el recorrido en un modo motorizado, pues el Camino pierde todo su encanto y razón de ser. Si se camina más de 100 Km, es posible conseguir La Compostela, documento que acredita que hemos realizado el Camino de Santiago. También se concede a las personas que llegan en silla de ruedas no motorizadas. En el caso de utilizar la bicicleta, serán 200 Km los necesarios.

Para los más jóvenes es una ocasión única  de conocer la naturaleza, el arte y la gastronomía del país, sus gentes y a sí mismos, una oportunidad de oro para caminar junto a personas de todo tipo y condición y compartir con ellos muchas vivencias. El Camino les pondrá a prueba, no sólo física sino mentalmente, y lo que es más importante, les ayudará a tomar la vida con relatividad y a saber cuáles son las prioridades en cada tramo.

Porque el Camino es eso, un viaje espiritual. No importa si se hace más o menos rápido, lo importante es realizar el esfuerzo y llegar.

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