Gran parte de los problemas y discusiones con la pareja y en el ámbito laboral se deben al estrés. Para más de un tercio de la población el caos empieza conduciendo para ir al trabajo.
Los atascos, la falta de espacio para aparcar, la elevada exposición a normas y controles de velocidad o la falta de paciencia con los errores de otros conductores son desencadenantes de un nerviosismo que acaba transformándose en un estrés que se suma innecesariamente al que genera la actividad cotidiana.
¿Cómo detectar que padecemos estrés al volante? Si pilotamos bruscamente o por el contrario nos sentimos torpes… estamos ante los primeros síntomas.
Pero el estrés viaja en doble sentido. Las discusiones en casa y en el trabajo o las malas noticias laborales aumentan el nerviosismo al volante durante la vuelta a casa.
Por todo ello, es labor de todos evitar el estrés, especialmente si nosotros o alguien de nuestro entorno directo tiene que conducir.