Aunque pueda parecer algo evidente, no todos padres se involucran del mismo modo en la formación de sus hijos. El apoyo activo de los progenitores se ve reflejado en el avance de los chicos en su educación.
Lo que debiera hacerse de modo instintivo se me muchas veces truncado por la falta de tiempo que es posible dedicar a ayudar a los niños con sus dudas y tareas. Pero en muchas ocasiones los padres, aun disponiendo de ese tiempo, creen que sus conocimientos no son los suficientes como para poder ayudar a sus hijos.
Sin embargo, hay buenas noticias: hay actividades, sencillas para todos, que mejoran los rendimientos, sin necesidad de tener conocimientos previos, sólo ganas de participar en el aprendizaje de los pequeños.
Leer un libro con ellos en los primeros años de educación primaria, dedicándole varias horas a la semana en diferentes días, crea hábitos muy positivos para la lectura y también el aprendizaje en general.
Por otro lado, hablar con los niños sobre lo que han hecho en el colegio durante el día o contarles historias también es muy importante. Hace que desarrollen habilidades para comunicarse, potencia su imaginación y obliga a repasar lo aprendido sin que parezca una tarea aburrida. En el caso de los estudiantes adolescentes hay que adaptar las preguntas a su desarrollo emocional y social, comentar películas, libros, discos y hablar sobre política y economía con ellos. Muy importante es también crear momentos distendidos para todo ello, como las cenas en familia.