Nervios al volante

noviembre 02 2016
Nervios la volante

Nervios al volante

En el día a día, son bastantes las situaciones que pueden desencadenar nervios al volante. Condiciones externas como la congestión del tráfico y atascos, cortes de carril por obras, falta de aparcamiento o la infracción de otros conductores. También condiciones de uno mismo, como las prisas y el egocentrismo. Y, por supuesto, el consumo de drogas y alcohol, que además de ser una irresponsabilidad, convierte al conductor en un peligro para el resto de usuarios de la carretera, por lo que los nervios al volante están siempre presentes, aunque deberíamos dejarlos fuera del coche.

Bien es cierto que no todos los comportamientos agresivos son iguales (del mal gesto a bajarse del coche buscando pelea dista un mundo), y el amplio abanico de reacciones reflejan la personalidad. Los factores externos no dependen de nosotros, pero los internos sí.

Una de las cosas relevantes, es la burbuja de anonimato para explicar la transformación de personas pacíficas y educadas fuera de la carretera que a bordo del coche se vuelven agresivas. Dentro del coche nos sentimos protegidos de alguna manera por el anonimato y esto hace que actuemos sin sentir el compromiso de mostrar un saber estar y sin preocuparse de guardar las formas, dejándose llevar por sus impulsos más primitivos e irracionales.

Se podría decir que el propósito que esconde la actitud agresiva de los conductores es ejercer dominio e imponer deseos frente a resistencias que encuentran en el tránsito mediante violencia. Lo peor de todo esto es que, además, la agresividad se pega, es decir, según un estudio de la Universidad de Londres el 55% de los cerca de 9.000 conductores encuestados tiende a desahogarse con un tercero cuando un conductor les provoca un enfado. Así que el enfado tiene un efecto dominó en la carretera. La parte positiva del mismo es que el 87% de los participantes estuvo de acuerdo en que la amabilidad de una persona al volante puede, a su vez, inducirles a ser cordiales con otro conductor.

La herramienta más efectiva para frenar esta agresividad es la educación en toda su extensión y, en concreto, la educación vial. Educar desde la infancia en valores de respeto, de tolerancia a la frustración, en asertividad, empatía y autocontrol es la clave para desarrollar la conducta prosocial. También es recomendable salir con suficiente tiempo para evitar las prisas, ser tolerantes, actuar con calma y evitar conducir si estamos muy irritados. O, dicho de otro modo, actuar con un poco de sentido común. Y paciencia, mucha paciencia.

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